El Gobierno mexicano ya anticipaba a principios de abril el golpe que la suspensión de actividades económicas iba a tener en las cifras de empleo. En las dos últimas semanas de marzo, el país latinoamericano perdió casi 350.000 trabajos, más de los que se habían creado en 2019. Entonces, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, aseguró que su Administración emprendería diversas acciones para crear dos millones de trabajos para finales de 2020. El objetivo del mandatario se ve lejano considerando que cada día algunas empresas recortan sus plantillas de empleados por su falta de liquidez y que la previsión de crecimiento económico para este año será negativa, entre un 6% y un 9%, según estiman algunas instituciones financieras.
La caída del empleo pone nuevamente el debate sobre las ayudas a las empresas en la mesa. López Obrador ha insistido en las últimas semanas que su Gobierno no destinará recursos públicos para el rescate de compañías que han comenzado a mostrar su desesperación a las puertas de Palacio Nacional. Según los datos del IMSS, hasta ahora unos 6.689 patrones se han dado de baja del sistema de seguridad social. El presidente mexicano ha optado por impulsar un programa de microcréditos –de hasta 1.000 dólares– para que los pequeños negocios puedan sobrevivir durante la fase más crítica de la pandemia. La patronal mexicana ha buscado por su cuenta ayudas a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha ofrecido créditos para empresas de diversos tamaños.